Había una vez, un
rey, padre de tres hijas espléndidas. La más joven, Psique, era mucho más
hermosa que sus dos hermanas, y al lado de ellas parecía una diosa entre
simples mortales. La fama de su hermosura se extendió por toda la tierra, y de
todas partes los hombres la admiraban como si de una inmortal se tratara. Se llegó a decir que incluso la misma Venus
no podía ser rival para su belleza.
Psique |
La diosa no podía
aceptar semejante situación, así que pidió ayuda a su hijo Cupido (Eros); “Usa
tu poder – le dijo – y haz que esta pequeña desvergonzada se enamore locamente
de la mas vil y despreciable criatura que haya en el mundo”. Cuando Cupido vio
a Psique su corazón se sintió traspasado por una de sus flechas.
Venus |
Cupido |
Venus y Cupido (Madre e hijo) |
Los hombres
siguieron adorando a Psique, pero nadie se atrevía a pedir su mano, mientras
sus dos hermanas ya habían sido casadas cada una con un rey. Su padre, a través
del oráculo de Delfos intentó hallar un buen marido para Psique. Apolo decretó
que Psique vestida con sedas negras debía ser llevada a lo alto de una colina y
permanecer ahí sola, el marido que sería destinado, una serpiente alada,
terrible y más poderosa que los mismos dioses, llegaría hasta ella y la haría
su esposa.
Sobre la colina,
en medio de la oscuridad, Psique sintió que se elevaba hasta una pradera blanda
como un lecho y perfumada por las flores. Al despertar se hallaba ante ella un
palacio magnífico, que parecía estar destinado
a un dios. Reinaba el silencio absoluto, y ella se acercó cautelosa. Espero en
el umbral y no veía a nadie, todo estaba desierto, pero oía las palabras con
claridad: “La casa es para ti – le decían-. Entra sin miedo y báñate,
refréscate; en seguida se pondrá en tu honor la mesa del banquete.
Canova 1787-93 |
Todo el día estuvo
sola, acompañada únicamente por las voces que escuchaba, y sin saberlo explicar
ella presentía que su marido vendría al
caer la noche. Y así fue. Sin verle la cara, estaba cierta que no era un
monstruo sino el amante esposo que tanto tiempo había deseado.
Una noche su querido
e invisible esposo le habló muy seriamente y le advirtió que un gran peligro le
amenazaba bajo la forma de sus dos hermanas: “Vuelven a la colina de donde has
desaparecido para llorar por ti- le dijo-. Pero no es conveniente que te
descubran. Si lo hacen me causarás una pena inmensa y te destruirás a ti
misma”. Ella paso el día siguiente muy disgustada, pero al final, Cupido
accedió: “Haz lo que quieras, pero, te lo repito, estas buscando tu ruina, tu
propia destrucción”. La pidió que no se dejara persuadir por sus hermanas para
intentar verle el rostro, pues si lo hacía quedaría para siempre separada de
el. Psique obedeció entre protestas, pues prefería morir cien veces que vivir
sin él.
Al día siguiente
las tres hermanas se encontraron en la montaña. Psique mantuvo su palabra, solo
le dijo que su marido era un hombre joven que estaba participando en una
cacería. Comparadas con Psique, las riquezas propias y su felicidad les
parecían nada, y su envidia creció tanto en ellas que llegaron a tramar juntas de
la perdición de su hermana.
Una noche el
marido de Psique, le advirtió que no viera más a sus hermanas pero él al final
cedió, estas no tardaron en llegar y sembraron la duda en Psique de por que su
marido nunca la había dejado ver su rostro y ellas estaban convencidas de que
este era un monstruo así que le dieron
un consejo que consistía en que ella debería guardar al lado de su cama un
cuchillo y una lámpara y cuando su marido durmiese esta descubriese su horrible
rostro y le clavase el cuchillo. Al hacerlo ella se dio cuenta que sobre la
cama yacía un bello rostro. Mientras le contemplaba una gota del aceite de la
lámpara calló sobre la espalda de Cupido, haciendo que este se despertara. Al
descubrir que ella incumplía la promesa de no descubrir su rostro este le descubrió
su nombre, y la dijo “El amor no se puede vivir sin confianza” y con estas
palabras la abandonó.
Hermanas de Psique dándole los utensilios |
Psique iluminando a Cupido |
En su
desesperación, Psique pidió ayuda a los dioses, quienes le dijeron que tendría
que pedirle perdón a Venus, la madre de Cupido, a quien sin saberlo había
ofendido.
Venus la despreció, sin embargo le dio una oportunidad; tendría que pasar tres duras pruebas, que eran más que imposibles de realizar. Primeramente la dio semillas de diferentes flores todas mezcladas y la advirtió que por su bien debería separarlas en esa misma tarde; después la dijo: “Abajo en la orilla del río, donde crecen unos espesos zarzales se encuentran corderos que tienen el vellocino de oro. Ves y tráeme un poco de su brillante lana.”
Venus la despreció, sin embargo le dio una oportunidad; tendría que pasar tres duras pruebas, que eran más que imposibles de realizar. Primeramente la dio semillas de diferentes flores todas mezcladas y la advirtió que por su bien debería separarlas en esa misma tarde; después la dijo: “Abajo en la orilla del río, donde crecen unos espesos zarzales se encuentran corderos que tienen el vellocino de oro. Ves y tráeme un poco de su brillante lana.”
Por último debía
llenar un frasco del agua negra que descendía de una colina.
Psique logró
cumplir las tres pruebas con la ayuda de la naturaleza, que la quiso ayudar.
Venus la acusó de hechicera; y deseando vencerla, la sometió a una última prueba aún más difícil. Debería bajar al Averno y llenar un cofre con una parte de la belleza de Proserpina, deidad de vida, muerte y resurrección y base de un mito de la primavera.
Sabiendo que eso era más que imposible, Psique decidió suicidarse arrojándose desde lo alto de una torre. Pero antes de caer al vacío escuchó una voz que le prometió guiarla durante su travesía; pero con la condición que una vez que se llenara el cofre con la belleza de Proserpina no debería abrirlo jamás Psique hizo todo lo que le aconsejó la extraña voz, pero un deseo vehemente de curiosidad la obligó a abrir el cofre.
Cuando la caja se abrió, un sueño mortal la invadió y se desplomó sobre el camino como fulminada por un rayo.
Venus la acusó de hechicera; y deseando vencerla, la sometió a una última prueba aún más difícil. Debería bajar al Averno y llenar un cofre con una parte de la belleza de Proserpina, deidad de vida, muerte y resurrección y base de un mito de la primavera.
Sabiendo que eso era más que imposible, Psique decidió suicidarse arrojándose desde lo alto de una torre. Pero antes de caer al vacío escuchó una voz que le prometió guiarla durante su travesía; pero con la condición que una vez que se llenara el cofre con la belleza de Proserpina no debería abrirlo jamás Psique hizo todo lo que le aconsejó la extraña voz, pero un deseo vehemente de curiosidad la obligó a abrir el cofre.
Cuando la caja se abrió, un sueño mortal la invadió y se desplomó sobre el camino como fulminada por un rayo.
Antón Van Dyck - 1638 (Cupido encuentra a Psique) |
Cupido, que la había estado buscando, la encontró y pudo volver a encerrar el
sueño en el cofre. Después la despertó con un beso, la alzó con suavidad y
levantó vuelo llevándola con él hasta el monte del Olimpo, donde Júpiter, dios
del firmamento los unió oficialmente en matrimonio para siempre.
INTERPRETACIÓN DEL MITO:
No es sólo una
historia de amor convencional aunque lo parezca. Este mito relata el amor, sus
encuentros y desencuentros con el hombre. Te enseña cómo debes actuar ante el amor para que este
no se acabe. Como humanos debemos recorrer caminos y realizar tareas que no son
sencillas pero nos ayudan a entablar relaciones amorosas basadas en la
confianza.
CITAS LITERARIAS:
"Era ya de noche; había
llegado el marido, y después de unas escaramuzas en amorosa lucha, cayó sumido
en profundo sueño. Psique, entonces, en constante duda, pero sostenida por la
fuerza del destino, recobró las suyas, de manera que al coger la lámpara y la
navaja, su debilidad se transformó en audacia. Al alumbrar con el pabilo de la
lámpara los secretos del lecho, vio la más apacible y dulce fiera de todas las
posibles: era el propio dios Cupido hermosamente dormido, a cuya vista hasta la
luz de la lámpara se avivó, recreándose, y relumbró la navaja de sacrílego
filo. Psique, disuadida por la aparición, cayó de rodillas, lívida y trémula,
procurando esconder el arma, pero en su propio pecho; y lo hubiera conseguido,
si no se le hubiera caído el acero, horrorizado de la infamia que iba a
cometer. Abatida y sin salida ninguna, se puso a contemplar por largo rato la
perfección del divino rostro, y fue reanimándose poco a poco: observaba la
abundancia dorada de la cabellera perfumada con ambrosía, la blanca frente, las
rosadas mejillas surcadas de cabellos rizados esparcidos en mechones, en caída
hacia adelante unos, hacia atrás otros, a cuyo resplandor la misma llama de la
lámpara palidecía. En la espalda del dios volador blanqueaban unas alas húmedas
como flores palpitantes en las que, aunque en reposo, jugueteaban revoltosos
unos plumones tiernos y delicados en constante temblor. El resto del cuerpo era
tan terso y hermoso, que ni Venus podría lamentarse de haberlo parido. Al pie
mismo del lecho reposaban el arco, el carcaj y las flechas, las armas todas de
ese gran dios.
Mientras
Psique, con su insaciable curiosidad, tentaba admirada las armas de su marido,
sacó una flecha del carcaj, y al palpar la afilada punta con la yema del pulgar,
le temblaron las manos y de pinchó lo suficiente como para que unas gotas de
sangre rodaran por la piel, y así, sin darse cuenta, cayó rendidamente
enamorada del Amor. "
APULEYO, El asno de oro, V,
21-23 (traducción de J. M. Royo)
«¡Oh Psiches desventurada! La diosa Venus anda por
todo el mundo
con grandísima ansia buscando rastro de ti: y con
cuanta furia puede
desea y busca traerte a la muerte...»
[...]
Cupido estaba solo y encerrado en una cámara de las
que estaban más adentro de casa:
el cual estaba allí encerrado así por que la
herida no se dañase,
si algún mal deseo le viniese, como por que no hablase
con su amada Psiches.
Fábula de Cupido y Psique. Las Metamorfosis o el
Asno de Oro. APULEYO
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